Un brote en la Esclerosis Múltiple se define clínicamente como la aparición repentina de nuevos síntomas neurológicos, o el agravamiento significativo de síntomas ya existentes, tras un periodo mínimo de 30 días de estabilidad, y en ausencia de fiebre o infección.

Estos síntomas se originan a partir de una o varias lesiones inflamatorias en el sistema nervioso central. La manifestación del brote varía según la zona afectada del cerebro o la médula espinal, y puede incluir visión borrosa o doble, debilidad muscular, pérdida de coordinación, sensación de hormigueo, entumecimiento o dolor, entre otros. Estos cambios reflejan el daño producido por lesiones desmielinizantes.

  • Deben de haber pasado al menos, 30 días desde el anterior episodio de empeoramiento neurológico para poder considerar que se trata de un nuevo brote.
  • Tienen una duración mínima de 24 horas.
  • Suelen durar de un mes a seis semanas.